Incorporación de nuevas tecnologías al servicio de larga distancia
El transporte de pasajeros y mercancías en todas sus modalidades genera 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero en América Latina y el 15% a nivel mundial. Según datos del Gabinete Nacional de Cambio Climático para el año 2017, en Argentina el 50% de dichas emisiones corresponden al transporte de carga, el 43% a automóviles particulares, 3% a motocicletas y 4% a los colectivos. Estas emisiones no sólo contemplan al dióxido de carbono, sino a otros contaminantes como los óxidos nitrosos, el dióxido de azufre y el material particulado, todos ellos con efectos adversos en la salud de las personas.
El creciente interés que despierta la agenda de descarbonización del transporte y su contribución a un medio ambiente saludable invita a un debate sobre cuáles son las tecnologías más idóneas para lograr las metas de neutralidad de carbono a largo plazo. Por lo pronto, los vehículos eléctricos llevan la delantera por su grado de madurez tecnológica y desarrollo de mercado, pero aún presentan restricciones para su incorporación dentro de ciertos segmentos del transporte terrestre, como es el caso del transporte de larga distancia. Es entonces que emerge un jugador menos popular, pero con alto potencial de realizar un cambio significativo en la Argentina: el GNC. Los colectivos a GNC permiten un ahorro de los costos de operación, contribuyen a una sensible disminución de los gases de efecto invernadero y material particulado y su costo de adquisición se encuentra alineado con el costo de una unidad convencional, a diferencia de los colectivos eléctricos que pueden valer 4 veces más.
Argentina cuenta con una ventaja comparativa para su adopción dada sus abundantes reservas de gas, cuya producción se expande de la mano de Vaca Muerta, y por disponer de infraestructura de carga con capacidad para expandir su alcance en el corto plazo, algo que no es posible con la misma celeridad para el caso de la infraestructura requerida para vehículos eléctricos.
La tecnología para vehículos a GNC, que lleva varias décadas de desarrollo, también apuesta por la innovación e incorporación de componentes que optimizan su operación, consumo de combustible, mantenimiento y seguridad generalizada. Asimismo, existen varias empresas con trayectoria en el mercado local capaces de abastecer la demanda de estos colectivos, incluyendo la posibilidad de inversiones y sinergias para la industria nacional.
Recapitulando, el GNC constituye una alterativa viable, tanto en términos operativos, como económicos y productivos, para permitir que el segmento de larga distancia pueda sumarse al sendero de descarbonización del transporte, contribuyendo a un ambiente saludable y una mejora sustantiva en la calidad de viaje de los usuarios.